Avantgarde
Ya no existe frontera real entre España y Portugal, vas conduciendo por la autopista, y de repente empiezas a ver que los carteles están escritos en otro idioma y que te hacen pagar peajes, pero para nosotros, ir a tocar a Portugal, y de la mano de un gran grupo como The Gift, supuso atravesar una frontera muy importante. Nuestro primer intento de romper la barrera del mercado español y empezar a abrirnos un hueco en otros países.
Por muy bien preparado que uno vaya a Lisboa, por muchos planos que se lleven, aunque uno sepa la dirección exacta del sitio al que va, da lo mismo; en Lisboa apenas hay carteles y casi ninguna calle tiene el nombre indicado (Se referiría Bono a esto cuando compuso Where the streets have no name), y cuando le vas a preguntar cualquier cosa a un policía, te das cuenta de que es verdad. Ellos a nosotros nos entienden, pero nosotros a ellos no.
Después de callejear por todo el barrio alto de Lisboa, esquivando tranvías, metiéndonos en la zona peatonal de la ciudad, y sin dejar de ir en dirección contraria para asombro de unos ciudadanos, aparentemente nada acostumbrados a que no se respeten las señales de circulación, nos bajamos de la furgoneta y fuimos en busca de un bar a ver si la cerveza terminaba con nuestro cansancio.
Esa primera noche tocábamos en una discoteca del barrio alto llamada Frágil, cuyo propietario, una tío amabilísima que nos ayudó en todo momento a cargar y descargar los instrumentos y los amplis, resultó ser el compositor y alma mater del grupo Madre Deus.
Montamos el equipo, hicimos la prueba de sonido, y con el cansancio de todo el día en las espaldas, nos fuimos a cenar. No hubo tiempo ni para una siestecita, ni para ir a darse una ducha, Cenamos en un bar cercano a la discoteca y viendo que por las calles no había mas que españoles que estaban de puente, empezamos a convencer a todo el mundo para que viniera al concierto.
Para ser la primera vez que tocábamos fuera de España, nos sorprendió la cantidad de gente que vino. Es verdad que es una discoteca bastante conocida, pero también es verdad que era bastante rara. No tenía ningún tipo de publicidad en el exterior y desde fuera parecía mas una casa que una discoteca, sólo podías entrar llamando a un timbre poco visible y la entrada eran 10 € sin consumición. Para que luego nos quejemos.
El concierto salió bastante bien y creemos que a la gente le gustó porque vendimos bastantes discos. Lo malo de no ser una super estrella es que tienes que recoger el equipo nada más acabar el concierto para que la gente suba al escenario a bailar, y ese fue nuestro remate. Después del madrugón, de 7 horas en furgoneta, y de 650 Kilómetros, de cargar y descargar el equipo, de hacer una prueba de sonido y dar un concierto. Estábamos agotados y lo único que queríamos era irnos a dormir donde fuera.
En una minigira de infrapresupuesto, hay que buscarse la vida para dormir. En este caso fue Nuno, de The Gift, nuestro anfitrión en Portugal, el que nos buscó la vida. Una amiga de su hermano, Modelo, (alguna cosa buena tendría que tener esto de la música) nos acogía en su casa esa noche. En aquel mismo instante se empezó a romper uno de los mitos que en España se tiene sobre las portuguesas. La chica, aparte de muy guapa, muy alta, tener un cuerpazo y ser encantadora, no tenía ni rastro de bigote. Vamos que cuando se fue a duchar creó una expectación que ni la selección española jugando la final de un Mundial.
A la mañana siguiente nos levantamos tarde, íbamos a dar una vuelta por la ciudad cuando Nuno nos llamó para decirnos que en unas horas teníamos un concierto acústico para la televisión. Creo que le dimos la mañana a la pobre chica, porque no nos cortamos un pelo y nos pusimos a ensayar el concierto en el salón de su casa. Al final, todos los vecinos del edificio tarareaban nuestros estribillos.
Por culpa de un atasco (No sólo Madrid está en obras), llegamos tarde a la tele, y el programa era en directo, pero no importó porque había habido un apagón en el estudio y estaban poniendo vídeos mientras lo arreglaban. Al final no se pudo hacer el concierto acústico porque no hubo tiempo para hacer prueba de sonido, en cambio, nos hicieron una entrevista de casi una hora en el programa CURTOCIRCUITO, que se emite en abierto para todo el país dentro de la cadena musical más importante de Portugal. Sec. Entre otras cosas, en la entrevista se habló de la piratería. A todos nos llamó mucho la atención que en Lisboa no hay Top Manta, lo que significa, que se puede acabar con él si se ponen los medios adecuados.
Salimos tan tarde de la tele que nos fuimos directamente a cenar con unos amigos que habían venido a vernos desde España, pero a las tres estábamos reventados y nos fuimos a dormir a un hostal.
A las 12 de la mañana del día siguiente entró la chica de la limpieza y nos echo a patadas de la habitación. Ese día sí nos dio tiempo a darnos una vuelta por Lisboa, subimos en autobús hasta el castillo para ver toda la ciudad y el río y el mar a la vez y desde arriba ya que estaba claro que desde abajo y con tiempo no la íbamos a ver.
Esa tarde nos tocó otra vez Furgoneta. 130 Kilómetros hacia el norte para llegar a Alcobaça, el pueblo de The Gift. Al llegar allí, lo de siempre, descargar, montar y prueba de sonido. La sala se llama Cliniq, pertenece al grupo y está genial, pero la gran sorpresa de la noche fue el bar donde nos llevaron a cenar, justo en frente de la discoteca. Algo increíble, un crimen para nuestros hígados. Las copas costaban 1,50 €. El camarero acabó con agujetas de tanto ponernos copas, y creo que si no hubieran venido a avisarnos de que teníamos que empezar a tocar, nos hubiéramos quedado allí el resto de la noche.
Gracias a Dios no nos quedamos. A la 1 volvimos a Cliniq, donde Nuno estaba haciendo una entrevista a uno de los guitarristas más míticos de Portugal. Fue una situación extraña. Dos hombres hablando en el escenario, y la gente bebiendo y sentada escuchando. Cuando terminaron llegó nuestro turno.
La gente estaba un poco fría y con el primer acordé muchos se empezaron a levantar. Por un momento pensé que se iba a ir todo el mundo, pero no, se levantaron y se quedaron escuchando. El público en Portugal es distinto. En España, hay gente que canta, otros que bailan y mucha gente que habla. Allí es diferente, nadie se mueve, nadie habla, sólo escuchan y aplauden entre canción y canción. No sólo no se fue nadie, sino que la sala se puso hasta arriba, y yo por lo menos me relajé. Pensé que estaba en Portugal, tocando por primera vez fuera de España, delante de gente que estaba escuchando y a la que parecía que le gustaba, así que me dediqué a disfrutar, a divertirme y a intentar que el público también disfrutase y se divirtiese.
El concierto fue genial, y el resto de la noche también. Mientras recogíamos el equipo a toda velocidad, empezaron a pinchar el guitarrista al que Nuno había entrevistado y otro Dj. Entre los dos montaron un fiestón alucinante. Franz Ferdinand, Bloc Party, Interpol, The Killers... De repente la sala se convirtió en el paraíso del soltero. Mirase donde mirase, todo estaba lleno de pivones que bailaban solos. Vale, llevaba tantas copas que mi listón de exigencia estaba por los suelos, pero es que todas las tías conocían las canciones y no paraban de cantar, y a mí en particular no hay nada que me atraiga más que una tía con buen gusto musical (lo que para mi es buen gusto claro, que para gustos ya se sabe).
No nos fuimos de allí hasta que nos quedamos solos con los camareros, y aunque no entendíamos lo que nos decían, sus gestos para que nos fuéramos eran bastante claros.
Esa noche no había modelos con las que compartir casa, así que Nuno nos llevó a la suya. Aunque estaba casi amaneciendo, Nos quedamos un buen rato hablando y tomando la última copa en la cocina con él, que aprovechó para enseñarnos el estudio de grabación que tiene en su propia casa, y los discos de Oro y de Platino que tiene apoyados sobre la chimenea del salón.
El domingo no tuvimos tiempo para mucho, nos levantamos, ventilamos las habitaciones, desayunamos con los padres de Nuno, amabilisimos con nosotros, y volvimos a la furgoneta para hacer casi 800 kilómetros y llegar a Madrid reventados, pero con más ganas que nunca de repetir la experiencia. Detrás ha habido un trabajo de meses por parte del grupo y de nuestro gran amigo Pablo Camuñas, que fue el que nos puso en contacto con The Gift.
in LhMagazin - 12/2005
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